El paciente miope tiene un ojo largo con esclera fina y coroides y retina adelgazadas. Frecuentemente la pared del globo ocular miope presenta protrusiones denominadas estafilomas.
La anatomía del ojo miope provoca que el epitelio pigmentario de la retina y la propia retina se vean sometidos a una distensión que acaba originando atrofia. Esta atrofia se denomina coriorretinosis miópica y afecta principalmente a la zona de la retina adyacente al nervio óptico, a la mácula y a los bordes del estafiloma. La atrofia origina pérdida de agudeza visual y escotomas en el campo visual.
La coriorretinopatía miópica puede complicarse con desgarros de la membrana en la que se apoya el epitelio pigmentario, la membrana de Bruch. Estas roturas se denominan estrías lacadas y pueden asociarse a hemorragias subretinianas.
Otra complicación típica de la coriorretinopatía miópica es la aparición de membranas neovasculares (MNV) que provienen de la coroides y atraviesan el epitelio pigmentario de la retina, se denominan membranas neovasculares miópicas y producen metamorfopsia y pérdida de agudeza visual.
El ojo miope también puede presentar una morfología de la mácula en forma de cúpula que ocasionalmente presenta liquido subretiniano y pérdida de visión. A esta patología se le conoce como mácula en cúpula (dome-shaped macula) (DSM).
El tratamiento de las membranas neovasculares miópicas se realiza con inyecciones intravítreas de fármacos antiangiogénicos.